A todo vapor
La fábrica de enemigos internos del gobierno aprista sigue funcionando a todo vapor. A la senserización absurda del conflicto en el VRAE dejado de lado al narcotráfico, ha seguido la narcotización del debate en el Congreso y, por último, la sobredimensión del delito de apología del terrorismo con motivo de la presentación de un libro de Abimael Guzmán.
El preferido del momento es Ollanta Humala, pero también hacen cola las organizaciones defensoras de los DDHH y la CVR. El caso de Humala es el más interesante. Se le acusó, durante la campaña electoral del 2006, de matar civiles cuando fue responsable de la base militar de Madre Mía durante la guerra interna a principios de la década de 1990, sin que hasta el momento se le haya podido probar nada. Se le acusa ahora de simpatizar con SL, por criticar la estrategia en el VRAE y señalar que el problema es el narcotráfico. Por último, se le trata de implicar con el narcotráfico cuando se le pide que responda por las acusaciones que le han hecho a la congresista de su bancada Nancy Obregón, por sucesos de varios años atrás.
Todas las acusaciones tienen una resonancia espantosa y calzan perfecto para una campaña en la opinión pública que permita la descalificación del otro como adversario democrático. Indudablemnete nadie que tuviera las condiciones de "senderista", "narcotraficante" o "apologeta del terrorismo" podrá tener lugar en la competencia democrática.
Lo que tratan entonces el gobierno y sus aliados ens endilgar estos califactivos a aquellos adversarios políticos que no están de acuerdo con el modelo neoliberal y la demoracia restringida que nos quieren imponer. El objetivo es eliminarlos de la competencia política de cara a las elecciones del 2011, si es posible antes del hecho electoral para no darse la molestia de competir con quienes tengan un mensaje distinto al neoliberal. La única respuesta posible a esta fábrica de enemigos internos - más allá de los descargos puntuales - es el poner por delante una y otra vez, la discusión de los problemas fundamentales del Perú como por ejemplo el destino del gas de Camisea. Esta es la manera de desenmascarar la nueva "guerra de las calumnias" con que quieren sustituir al debate político en el Perú.