El Análisis banal

Tuesday, December 21, 2010

A punto del receso navideño, y ya con la mayoría de las planchas presidenciales a cuestas, continúa dominando en los medios una forma de análisis político que ha fracasado en elecciones anteriores. Me refiero al análiss superficial de los procesos en curso, donde predominan los gestos, las circunstancias, las actitudes, las sonrisas, la suerte, la vestimenta, los chistes; todos elementos importantes en una lid electoral pero que tienen como denominador común quedarse en la cáscara de los acontecimientos, actando de esta manera la prohibición implícita de ir "más allá" y empezar a discutir sobre cuestiones de fondo.

Pero ¿cúales son estas cuestiones?¿Despúes de 20 años de neoliberalismo podemos creer que todavía existen cuestiones de fondo? Efectivamente, uno de los objetivos ideológicos fundamentales del neoliberalismo es desterrar de la cabeza de la gente que puedan haber asuntos crucailes que se definan a través de la política. Esta última ya no trataría nada importante y las elecciones no serían sino un evento social más que poco a poco hay que hacer parecerse a los partidos de fútbol o a los conciertos de rock.

El análisis banal tiene como objetivo ocultar al gran público la existencia de intereses sociales distintos y opuestos, para que no sea posible observar su presencia en las diversas candidaturas. De pronto, la banda de bribones que gobernó el Perú en los últimos años y décadas es imposible de observar enre los "distinguidos" candidatos presentes. Sin embargo, el análisis banal fracasó en las elcciones del 2006, cuando nos vendía una segunda vuelta entre Lourdes y Alan García y no pudo prever la irrupción de Ollanta Humala. El análisis banal volvió a fracasar en las recientes elecciones locales y regionales cuando señalaba que la elección estaba cerrada entre Alex Kouri y nuevamente Lourdes Flores, sin capacidad para avizorar el surgimiento de Susana Villarán. Siempre se puede achacar esta dificultad analítica a lo inesperado, que habrían sido Ollanta y Susana respectivamente. Sin embargo, cabe preguntarse ¿por qué lo inesperado se parece a lo progresista, a lo honesto, a lo distinto y de repente a lo opuesto al neoliberalismo dominante?

Es indudable que los intereses sociales, finalmente opuestos, por más que se los quiera tapar con toneladas de pica pica, son como una olla a presión, que se expresan de las más distintas e inesperadas maneras. Lo triste para un sociólogo es ver a distinguidos colegas caer en este análisis banal y ahogar todas las herramientas analíticas de la disciplina en el lodo de lo pasajero queriendo, en aguda desventaja, hacerle la competencia a algún reportero de espectáculos.

Publicado inicialmente en La República