El gobierno en su laberinto
Entre viaje y viaje, el Presidente Humala apenas ha tenido tiempo para enterarse de las novedades. A su retorno de Chile, encontró varias: su bancada parlamentaria, a la que nunca le dio particular importancia, finalmente se rompió, mientras su Primer Ministro, siguiendo la moda de comunicarse con el país a través del tuits, arremetió contra los dirigentes que se oponen a ciertos proyectos mineros, llamándolos incendiarios.
En su trayecto a Europa tomó conocimiento de la posterior recomendación de su Premier de abandonar sus distintas ofertas electorales, desentendiéndose por lo tanto, de parte significativa del mandato que le diera el voto popular. Recomendación que corrige al Presidente quien acababa de asegurar que la Gran Transformación se haría, “les guste o no a los extremistas”. Mientras duran sus periplos, cuya importancia no desconocemos, el alcalde Mollohuanca fue trasladado a Ica, aprovechando el nuevo Código Procesal Penal y procedimientos de última hora que violan consideraciones elementales del debido proceso.
Su excarcelación, decidida por la Corte Superior de Ica, no puede esconder la arbitrariedad de las razones esgrimidas por el Ministro de Justicia ni la actuación del Presidente del Poder Judicial, César San Martín. El primero de ellos, justificó la restricción de fondos públicos a la provincia cusqueña, argumentando que “existe riesgo de que los recursos del Estado estén siendo usados de manera incorrecta”.
El segundo intentó, sin mucho éxito, explicar la supuesta legitimidad de las decisiones judiciales. Por si fuera poco, el Presidente ha tenido que lidiar con otros acontecimientos que afectan su gestión. El relevo de tres generales del Ejército que ocupaban puestos estratégicos en el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y su reemplazo por igual número de marinos, además de anunciar la intención de replantear la manera en la que se está conduciendo el enfrentamiento contra Sendero Luminoso en el VRAE, evidencia la fuerte crisis generada por la denominada Operación Libertad. La procesión en esta materia va por dentro y, curiosamente, ni los medios ni los principales analistas políticos le han prestado particular atención. Más interés sigue suscitando el chuponeo del que fuera víctima el congresista Galarreta, mediante procedimientos que ponen en cuestión al Ministerio Público y al propio Poder Judicial, ubicando en el ojo de la tormenta, una vez más, al propio Presidente del Congreso. Así, es claro que el gobierno está viviendo un momento particularmente difícil, mientras los conflictos de Conga y Espinar –que fueron los que desnudaron muchas de sus limitaciones- se mantienen.
"El Presidente debe asumir que se requieren cambios urgentes y que es necesario recuperar la política"
En Cusco parece abrirse la posibilidad de un diálogo, lo cual saludamos, pero en Cajamarca la violencia ha regresado y el día de ayer dejó al menos setenta heridos y varios detenidos tras enfrentamientos entre protestantes y policías. Sin una organización que le construya una base social y sin operadores políticos en la gestión, el gobierno está descubriendo, con un alto costo para el país y su imagen internacional, que el puro pragmatismo no alcanza para gobernar. Por lo demás, a estas alturas del partido, el Estado y la sociedad toda, debemos aceptar que detrás de las movilizaciones recientes hay una reivindicación de la dignidad y los derechos de las poblaciones comprometidas, así como expectativas legítimas por mejorar sus condiciones de vida.
No reconocer estas razones, supone negar el diálogo democrático y optar por la imposición del orden, con los enormes riesgos que ello supone para la gobernabilidad y el buen gobierno. Pero también contra la propia inversión privada. Los distintos comportamientos y declaraciones que ponen en cuestión la autoridad de quienes han sido legítimamente elegidos por el pueblo –sea el Presidente de la República o una autoridad local- favorecen únicamente a los extremos del espectro político, afectando nuestra frágil democracia.
El Presidente debe asumir que se requieren cambios urgentes y que es necesario recuperar la política. El Premier y sus dislates entrañan un costo muy alto para el gobierno, que haría bien en retirarlo, aunque los problemas, como se ha evidenciado, van más allá de su falta de experiencia política y su particular visión del orden.