Fabricando el enemigo

Tuesday, September 8, 2009

El estado peruano ha hecho históricamente un pobre uso del monopolio de la violencia que se supone caracteriza a cualquier Estado que se respete. Cuando la ha usado para defender el territorio contra un enemigo externo le ha ido mal en casi todos los casos y cuando ha tenido que hacer lo peopio contra un enemigo interno lo ha hecho sin respetar los DDHH de los involucrados. Por ello, el ejercicio de la violencia estatal está agudamente desprestigiado entre la población y con mucha dificultad podríamos considerar que su ejercicio se considera legítimo.

Los sucesos de estos días ratifican esa tendencia histórica y no nos muestran ningún síntoma de que vaya a cambiar. Por un lado, tenemos la insistencia en la criminalización de la protesta con la norma que autoriza un uso más amplio de sus armas a la PNP por otro, la insistencia también en equivocar el blanco cuando se trata de terminar con la violencia delincuencial que domina el VRAE. En ambos se quiere politizar una situación fabricando un enemigo interno cuya supuesta derrota sirva para afianzar un modelo económico y político agotado. En el caso de la protesta social se reitera la idea de "matar al mensajero" señalando que los problemas los causan aquellos que los denuncian y exigen una solución. En el caso del VRAE se vuelve una y otra vez al tema del terrorismo como el blanco a destruir y, peor todavía, a las ONG y la CVR, como los causantes de la situación actual, cuando hasta voceros oficialistas aceptan que se trata de un problema, muy agudo, de narcotráfico.

De esta manera, buena parte de los políticos de turno prefieren alimentar la tendencia histórica del Estado paquidérmico que inventa enemigos para fines inmediatos y pierde, mientras tanto, la batalla contra los verdaderos enemigos, externos e internos, que pueden llegar a frustrar nuestra viabilidad como país. Veamons si no el apetito voraz de poderes extranjeros por nuestros recursos naturales, agua y gas prinicipalmente, veamos tambien el crecimiento del crimen organizado con el narcotráfico, amenazas ambas que no merecen la atención vitriólica de algún ministro perturbado ni tampoco la inicitaiva legistlativa contra los inventos anteriores.

Es urgente que el Estado peruano recupere el buen uso del monopolio de la violencia porque mientras ello no suceda no va a ser un Estado que valga la pena. Pero, para ello hay que dejar de inventar enemigos y pasar a ocuparse de amenazas reales, que existen y son muy grandes.