¿Quiénes son los culpables?
En los últimos días se ha desarrollado una cuestionable campaña publicitaria por parte del gobierno de Vizcarra que apunta a las peruanas y peruanos como los culpables de la terrible pandemia del Covid 19 que azota nuestro país. Luego de haber alcanzado el desastroso sitial de ser el país con más muertos por millón en el planeta, lo que se refleja en más de 30 mil peruanos fallecidos por la pandemia y probablemente el doble en la realidad, como lo han reconocido los propios voceros oficiales, se necesita ser verdaderamente un caradura para achacarle la responsabilidad de esta tragedia a la ciudadanía.
Desde un primer momento hemos señalado la herencia que ha dejado el capitalismo neoliberal en nuestro país que ha degradado los servicios públicos; especialmente de salud, educación y pensiones; hasta niveles desconocidos entre nosotros. El eje de esta degradación ha sido convertir estos derechos fundamentales en mercancías, que permiten extraordinarias ganancias a unos cuantos monopolios y el acceso a servicios de calidad solo a los peruanos de mayores ingresos. El daño causado por esta herencia ha sido profundizado por el actual gobierno quien ha favorecido groseramente a las grandes empresas con los subsidios fiscales otorgados con motivo de la pandemia, negándose hasta el día de hoy a considerar la renta básica universal que reclaman distintos sectores. A esto se suma la reiterada ineficacia en el manejo que ha llevado a millones de peruanos al desempleo y la carencia de ingresos y por este camino al hoyo en que nos encontramos. Todo esto configura un nuevo fracaso, este si de proporciones históricas, de la derecha neoliberal que no se puede tapar con descaminadas campañas publicitarias.
Esto no significa que apañemos comportamientos irresponsables por parte de algunos sectores minoritarios de la población, producto precisamente del individualismo y la anomia social que propicia el capitalismo salvaje, pero no creemos que estos deban de ser manejados con la amenaza, el castigo o la culpa por parte de la autoridad. Aquí corresponde responder al individualismo con la organización social, la persuasión y la solidaridad que nos hagan avizorar un futuro distinto luego de esta pandemia.
Pero, más allá del momento actual ¿qué pretenden campañas como la comentada? Culpabilizar a los ciudadanos de una responsabilidad, el fracaso de la estrategia sanitaria del gobierno, en cuyo origen no tienen parte. Este fracaso tiene su raíz, más bien, en un sistema injusto que organiza una sociedad agudamente desigual y en un gobierno inepto que no se atreve a tocar estas desigualdades ancestrales. La culpa puede convertirse en un sentimiento perverso, útil para ser usado en el sometimiento a un colectivo o una comunidad para que pague en el imaginario social las cuentas de otros. Esta es una operación política e ideológica que pudo hacer con éxito la derecha neoliberal en otras épocas, cuando su hegemonía reinaba sin desafío alguno, pero que hoy en medio de una crisis de régimen agudizada por la crisis sanitaria y de hambre, es muy difícil que pueda repetir.
La culpa, sin embargo, es un sentimiento pegajoso. Hay que ocuparnos por ello de que este traslado de responsabilidad no suceda y nuestro pueblo sepa distinguir entre quienes le arrebatan sus derechos fundamentales y quienes capturados por el individualismo que caracteriza estos tiempos rompe con la indispensable solidaridad frente a la pandemia.
¡Seamos capaces de organizarnos para superar la tragedia y darle otro destino al Perú!
Publicado originalmente en Nueva República como editorial.