Corrupción y golpe de Estado

Sunday, February 14, 2010

Tras diez años de la transición democrática, los mismos temas siguen marcando la coyuntura: corrupción y golpe de Estado. Pero estos temas fundamentales parecen mas sonsonetes que acompañan como música de fondo la campaña electoral que cuestiones de primer orden que deberían llevarnos a alguna reflexión.

Diera la impresión de que ya hubiera parte del orden mediatico un guión establecido al respecto: mostrar una profunda indignación inicial y luego diluir el asunto con otras noticias para que no se convierta en amenaza para nadie; salvo, por supuesto, para los sufridos ciudadanos. Si algún tema se escapa existe el muro de contención institucional, constituido por el Congreso, el PJ y el TC, para dejarlo bien muerto y enterrado, a salvo de alguna otra denuncia que pueda empeorar las cosas.

Los dos temas, corrupción y golpe de Estado, son especialmente difíciles de atrapar, porque ambos nacen con la República y se sofistican con el orden neoliberal. En el primer caso, además, la corrupción cuenta con un gran aliado que es la ingenuidad para combatirla. La ingenuidad supone que la corrupción es un problema exclusivo de conductas y que se soluciona con educación. Nada más falso.

La corrupción es, antes que nada, un problema de identidad con el país y su destino. Al Perú lo saquean quienes lo consideran un territorio ajeno, que nadie cuida y que por lo tanto se puede asaltar con facilidad. La solución es nuestra constitución como nación, con el Estado respectivo que la cuide de los delincuentes que merodean. Sobre esta base se puede educar, no al revés.

El golpe de Estado, por otra parte, es la gran línea de defensa de la corrupción.

¿Por qué García, según Jaime Bayly, amenaza con golpe de Estado y a la mayor parte de los políticos parece no importarles? Porque casi todos ellos pensarían lo mismo. Si gana las elecciones alguien que cambie las reglas que diseñó Montesinos para hacer negocios en el Perú, habría que recurrir nuevamente a la violencia para impedirlo. En otras palabras organizar oro cinco de abril que permitiera continuar con el capitalismo de amigotes que inauguró la dictadura y es el cáncer de nuestra precaria democracia.

La identidad entre democracia y orden neoliberal se requiere convertir así en un dogma en la presente campaña electoral.

La única forma de hacer estas elecciones verdaderamente libres es terminando con esta falsa identidad.