Demetrio Roca en el recuerdo
Ha muerto semanas atrás en la ciudad del Cusco el Dr. Demetrio Roca Wallparimachi a la venerable edad de 90 años. El “Dr. Demetrio” para sus allegados, fue rector de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), profesor principal y titular de la cátedra de Folklore en el Departamento de Antropología de dicha Universidad, en la que sucedió al antropólogo ayacuchano Efraín Morote Best. Asimismo, el año 2002, recibió las palmas magisteriales en el máximo grado de Amauta.
El Dr. Demetrio, nacido en la comunidad de Anta, era un quechuahablante, lo que unido a su formación antropológica y a una singular inteligencia y talento personales, lo ha hecho uno de los máximos investigadores de las tradiciones andinas de nuestro tiempo, tal como se demuestra en su libro “Cultura Andina”, publicado por el INC-Cusco y San Marcos, el año 2005.
Sin embargo, lo que definía al Dr. Demetrio era no sólo su trabajo académico, sino su extraordinario don de gentes. Lo conocí cuando llegué, en mi primer trabajo como profesor universitario, a la UNSAAC el año 1976. Al poco tiempo surgió una química entre nosotros que sorprendió a muchos de nuestros colegas por los diferentes orígenes de cada cual. Creo que el “eslabón perdido” de esa relación de amistad ha sido nuestra común filiación de izquierda. Así empezó la conversación, para pasar rápidamente a mi interés por sus trabajos etnográficos y a la buena voluntad que tuvo para darme a leer sus manuscritos.
Me dijo certeramente en una oportunidad que el casco que usaba para conducir mi motocicleta mejor lo dejara “en el suelo nomás” y no en las mesas de la sala de profesores, para que no pareciera casco de conquistador.
Pero quizás algo que selló nuestra amistad para siempre fue la invitación que me hizo al entierro de su madre en la comunidad de Anta, contigua a la ciudad del Cusco. La pompa de ese funeral andino, la misa y los responsos en quechua, el aguardiente que pasaba de mano en mano, el ataúd que cargábamos “los doctores” cuesta arriba al cementerio de lugar, estremeció como nada mi vida en esos años cusqueños.
En tiempos más recientes lo recuerdo recibiéndome en el Cusco para ofrecerme hospedaje, llevarme a su casa en Yucay y organizar las reuniones de colegas que alrededor de algunas cervezas nos permitieran ponernos al día sobre nuestras vidas y volver a conversar, por enésima vez, del porvenir del Perú.
Mucho se discute desde Lima sobre la carencia de intelectuales “orgánicos”, como le gustaba decir a Gransci, en las distintas regiones del país. Sin embargo, la vida y la obra de Demetrio Roca Wallparimachi, son un ejemplo y un testimonio de lo que hizo un intelectual comprometido con su tiempo y con su gente, a la par que conciente del rumbo que debe tomar la liberación de nuestro pueblo.