El remedio contra la corrupción

Tuesday, July 27, 2010

Es todavía temprano, a nuevo meses de las elecciones generales, tomar las encuestas de opinión como tendencias definitivas. Sin embargo, salta a la vista que los candidatos acusados reiteradamente de corrupción, como son Keiko Fujimori y Luis Castañeda, ocupan los primeros lugares. Es más, dos candidatos que nisiquiera se toman la molestia de aclarar las acusaciones en su contra. Hasta ahora entonces las sospechas de corrupcion pagan a favor de los acusados.

Esta situación favorece el argumento que la gente no le da la importancia a la corrupción a la hora de decidir su voto, sino que más bien lo hace porque cree que tal o cual personaje hará alguna obra física que le interesa o le permitirá participar de alguna red de clientela para conseguir alguna ventaja personal. Los grandes problemas de seguridad, desarrollo, soberanía nacional y la propia lucha anticorrupción aparecen también en la conciencia de la gente según los sondeos, pero no parece que buena parte del electorado conecte su solución con los planteamientos de algún candidato por ahora mayoritario.

"Hay que plantear la necesidad de un nuevo poder democrático"

¿Qué está sucediendo? Superada la dictadura de Fujimori y Montesinos no se han superado, sin embargo, los problemas de representación que esa dictadura se dedicó a profundizar. Las salidas individuales dominan todavía sobre las soluciones colectivas en la visión de la gente. La política es así vista como un intercambio más, en este caso de favores por votos. Por ello hay necesidad de atraverse a plantear con más fuerza una propuesta distinta, que rompa con la lógica de intercambio descrita y señale que si bien las angustias son personales, no existe solución personal a los problemas del país. En este proceso es que quizá la gente identifique en algún actor político al sujeto capaz de solucionar los problemas de fondo y no solo al que alivie en cualquier sentido su situación inmediata.

Me refiero incluso a plantear los temas aparantemente abstractos, como aquellos que se refieren a la necesidad de una nueva Constitución y una nueva República, que los neoliberales banalizan porque temen, pero que las fuerzas que proclaman el cambio tampoco se atreven a poner en primer plano por otro temor: el de no ser entendidos. Es indispensable atreverse a plantear la necesidad de un nuevo poder democrático para salir del entrampamiento y así desplazar a la corrupción de la preferencia de los electores.