La ley Pulpín perfora el modelo

Tuesday, December 30, 2014

Quizá si el efecto más importante de la masiva resistencia juvenil a la denominada "Ley Pulpín" sea la perforación que ya ha causado en la frondosa hegemonía ideológica neoliberal. El argumento principal de esta en la última década ha sido que causa bienestar. Sin embargo, la reacción de los jóvenes y sus marchas a la Confiep nos señalan que el modelo en funciones le habrá dado bienestar a un grupo de grandes empresas pero que no ha brindado trabajo a la mayoría de los peruanos.

Ya en los últimos años no escuchamos con la misma frecuencia, como a principios del decenio anterior, que los derechos de los trabajadores son "sobrecostos laborales". La masiva informalidad que mantiene el modelo primario exportador, entre 74 y 78% de la PEA de acuerdo con la fuente que se consulte y el mínimo del 12% de la misma PEA como trabajo creado con derechos plenos, luego de 25 años de implementación, nos hace ver que es un fracaso en lo que la creación del empleo decente o digno se refiere.

Esta situación sin embargo, no ha sido óbice para que los empresarios, especialmente los más grandes, sigan desplegando su influencia para que se flexibilicen las leyes laborales. Esta norma no es la primera que recorta derechos, los especialistas nos recuerdan que existen cerca de 40 regímenes especiales, 15 en el sector público y 24 en el privado. En este último, destacan las leyes con derechos recortados para las MYPES, la agricultura de exportación y la industria de exportación no tradicional; sin que en conjunto hayan causado un aumento importante del empleo en general, ya no hablemos del empleo con derechos.

El nulo efecto de estas leyes en el aumento del empleo nos hace ver que el verdadero objetivo ha sido la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, es decir, el aumento de las ganancias empresariales a costa de los trabajadores. Es falso que quitar derechos laborales aumente el empleo, tal como nos han repetido en estos días; salvo que la medida vaya acompañada de dictadura política, lo que nos coloca en una perspectiva autoritaria cuyo riesgo no debemos descartar.

La diferencia hoy día es que el modelo primario exportador está en crisis y por lo tanto empieza a observarse una disminución en la circulación del dinero, que es lo que ha dado ilusión y las expectativas de consumo en la población. Esta crisis se da por las mismas razones por las que siempre ha entrado en crisis el modelo a lo largo de nuestra historia: las crisis en los países capitalistas avanzados, nuestros mercados tradicionales, que llevan a la baja de precios de los minerales y la retracción de la inversión. Los del MEF se podrán vestir de seda pero monas se quedan porque no tienen la llave para afrontar la crisis mundial.

Los jóvenes se niegan a servir de paliativo para las limitaciones del modelo primario exportador y por eso se rebelan. El trabajo sin derechos, en la eventualidad de que lo obtengan no les servirá para integrarse al mercado laboral ni a la sociedad en la que viven, sino tan solo para ser mercancía barata de usar y botar. La experiencia en sus pocos años ya los hace ver que se trata de una medida inútil que solo les traerá directa o indirectamente, prejuicios en sus vidas.

Que las generaciones más jóvenes sientan en carne propia el secular desprecio por el trabajo bien pagado en el Perú es promisorio. Solo el trabajo con derechos es el cimiento para una sociedad que aspire a la integración y así sea base efectiva para la democracia. De la fragmentación social, como ya lo empezamos a ver, solo surgen la corrupción y la economía delictiva como fenómenos casi inevitables por más policías que se pongan.

Las movilizaciones podrían estar anunciando que el gobierno de los ricos con el apoyo de los pobres, que se ha impuesto en estos años, estaría llegando a su fin.

Publicado originalmente en La República.