La sentencia como lápida

Tuesday, June 8, 2010

La reacción de buena parte del oligopolio mediático y la mayoría de la clase política a la libertad condicional de Lori Berenson no es otra cosa que el aprovechamiento del temor social que inspira el terror para desplegar su intolerancia, no con el terror mismo, qué bueno fuera, sino con el estado de derecho, cuyo funcionamiento quieren evitar en el Perú.

¿Por qué se extendió el fenómeno terrorista en la década de 1980? Por la incapacidad de la democracia para defenderse, tanto ideológica, política, como militarmente. El recurso del Estado a la guerra sucia es lo que le permitió desplegar su accion tanto a Sendero Luminoso como al MRTA. Esta burla del EStado de Derecho fue la peor contrapartida a los grupos terroristas que iniciaron la guerra. Es más, el golpe final al terror no vino de la guerra sucia sino del paciente trabajo policial que realizaron Antonio Ketin Vidal y sus subalternos.

Sin embargo, no parece aprenderse la lección. Hoy, con la Berenson, quieren repetir el plato de la guerra sucia. Es decir, quieren convertir su sentencia en una lápida, que no permita sino muerta su salida de la cárcel. ¿Y qué va a pasar cuando, sin beneficios penitenciarios, deben salir antiguos jefes senderistas com Osmán Morote. ¿Se volverá a levantar, como ya se quiere hacer desde hoy, el argumento de la sentencia como lápida? Si triunfa esa tesis el Perú se convertirá en un país de perseguidos, donde los primeros perseguidos serán los sentenciados por terrorismo que hayan cumplido su pena y los siguientes todos aquellos que discrepemos del mandón de turno. Es selectiva además la memoria de estos indignados porque hablan de la Berenson, que tuvo un rol menor en el MRTA, pero se olvidan de Yehude Simon, reconvertido a sus filas, pero de una importancia infinitamente mayor en el semanario Cambio y el partido Patria Libre, ambos ligados a la dirección del MRTA.

¿En qué andamos entonces? Construimos democracia con Estado de Derecho para combatir efectivamente al terror y también a la intolerancia o nos convertimos en rehenes del terror social de la derecha a la que parece no convenirle que se termine con la guerra interna y sus nefastas consecuencias.

Publicado originalmente en La República.