El caos en San Marcos
El fraude ocurrido en las elecciones de los profesores principales para la Asamblea Universitaria en la Universidad de San Marcos la semana pasada no es un hecho anecdótico ni aislado, sino que refleja el rectorado desastroso del Dr. Luis Izquierdo, que podría estar poniendo el puntillazo final a una larga decadencia de nuestra Decana de América. Quien haya ido recientemente por la Ciudad Universitaria se podrá dar cuenta de que este último fraude no es sino una metáfora perversa del estado de abandono en el que se encuentra el campus universitario. Este último, carece de cerco perimétrico en buena parte del mismo produto de un conflicto irresuelto con la Municipalidad de Lima y está lleno de pequeños y grandes basurales, así como de carpas, quioscos y construcciones provisionales que ofrecen fritanga, lectura veloz, cursos de danzas y fotocopias, en un espectáculo que denuncia por si solo la falta absoluta de autoridad. En estas condiciones, ¿por qué no un fraude para atornillar al poder de turno? El desorden más bien parece gritarnos que sería un estúpido el que no lo hiiera.
El abandono de San Marcos, por supuesto, no empieza ni termina en la Universidad. Es el estado el que abandona San Marcos para castigarla por haber sido una fuente de pensamiento crítico desde los albores de la república. Pero es San Marcos, luego la que se abandona a si misma y termina convertida en un espacio donde impera la medicoridad. El pensamiento crítico, la razón del castigo estatal, prácticamente ha desaparecido. En este concierto las disputas son por las pobrezas sobrantes y demás etcéteras. Y las excepciones, son eso, excepciones. Profesores valientes que desarrollan en algunas escuelas y facultades programas de excelencia en medio del horror.
La pregunta de cajón es entonces ¿si esto pasa en nuestra primera universidad pública, qué pasará en las demás? El abandono estatal y el propio parecen afectar al conjunto de la universidad pública en el Perú y esto se refleja en la falta de liderazgo tanto de San Marcos como de la mayoría de las universidades estatales en sus respectivas regiones. El Estado, por su parte, continúa jugando a la marginalidad y apostando por la práctica desaparición de estas casas de estudio. Por un lado, el Congreso crea nuevas universidades estatales y por otro el Ejecutivo les niega el presupuesto a las actuales para su funcionamiento. La derecha se frota las manos por la realización de la profecía autocumplida y sonríe viendo a los mediocres bailar al son que les tocan.
Publicado originalmente en La República.