Libres pero no tan justas
Las actuales elecciones generales que se encuentran en el proceso de la segunda vuelta electoral están a punto de caer en el descrédito por la agudización de una tendencia en curso desde la primera vuelta: la campaña de demolición contra el candidato que ha venido liderando las preferencias. Esta campaña, en la que se enfrentan argumentos contra calumnias, no está dictada por otra circunstancia que la defensa de los privilegios de un pequeño sector social, que se resiste a abandonar siquiera una mínima parte de de los ingentes beneficios que le produjo el golpe del 5/4/92.
Para esta campaña de demolición existe un solo programa a analizar, el del candidato Humala; una sola trayectoria a contrastar, la de Ollanta Humala; un solo discurso, el del propio Humala. Un solo conjunto de sospechas: las que se puedan tener contra él. Por más que Fujimori no tiene programa ninguno para de esta forma hacer lo que le venga en gana. Los votos en este caso no cuentan, ni los que Ollanta sacó en primera vuelta, ni los que obtuvo en las dos vueltas el 2006. Parece que la voluntad de millones de peruanos, expresada en las urnas, no significara nada. Ni siquiera un referente para un mínimo de respeto democrático.
Hoy, sin embargo, no es principalmente la oposición del gran capital extranjero, que sabe acomodar sus intereses a diversas circunstancias, sino el veto de aquellos nacionales que creen poder ver afectado su estatus e influencia en la jerarquía social, el movilizador más importante de esta demolición. Ahora como antes el Perú de los virreyes que se resiste a partir.
Han inventado, sin embargo, para cambiar el foco de atención y a partir de hechos aislados y condenables, la especie de que Gana Perú agrede periodistas. Un buen recurso polémico, aunque deleznable como argumento, para equiparar hechos localizados con una campaña mediática de demolición. ¿Dónde se encuentra el respeto a la libertad de expresión y como se condice con la distorsión de los hechos? Parece que hay quien prefiere olvidarse de lo que predica cuando existen intereses que defender.
Por esa razón señalo que estas elecciones, si bien libres en cuanto a que participan los que quieren hacerlo y se tratan todos los temas sin excepción, distan de ser justas porque una condición central para ello: el acceso adecuado a las fuentes de información, se halla seriamente distorsionado. Sin embargo, y contra todo lo que pueda parecer, hago votos para que esta tendencia no se profundice y lleguemos de la mejor manera al cinco de junio.
Publicado originalmente en La República