Los caminos que deja CADE
La CADE que ha terminado deja claramente definidos dos caminos para el Perú. Por una parte el planteado por los organizadores empresarios que, de manera sumaria, podríamos señalar como que "estamos bien y con pequeños ajustes hay que seguir por la misma senda de crecimiento" y el señalado por Ollanta Humala que, también de forma resumida, podemos señalar como que "estamos viviendo un espejismo de progreso, que no nos lleva al desarrollo, por lo que hay necesidad de un cambio que nos traiga bienestar para todos". El dilema sigue siendo continuidad cambio. Hasta Michael Porter, orador estrella de la reunión, que comparte en muchos aspectos la perspectiva neoliberal de los organizadores, señaló que había necesidad de un cambio, un "próximo capítulo en la economía peruana" es como lo llamó.
El diagnóstico crítico del modelo neoliberal señala que el crecimiento es bueno pero que el actual crecimiento no tiene sostenibilidad en el tiempo porque se basa en un modelo exportador de materias primas que depende de los precios internacionales de las mismas, sometido a los vaivenes del mercado mundial. Además es un modelo oligopólico que no multiplica el empleo ni alienta otra actividad productiva. Esto hace que colisione necesariamente con la democracia ya que, de manera inevitable, la mayoría desempleada o subempleada se moviliza por dentro y fuera de las instituciones en defensa de sus derechos.
La alternativa a este modelo existe y es la nacionalización de nuestra economía, promoviendo el desarrollo de nuestros mercados internos para realizar producción con valor agregado. Nacionalizar, aquí, no significa estatizar sino desarrollar la economía peruana por peruanos, de los sectores tanto públicos como privado. Un esquema en el que la inversión extranjera es bienvenida para ayudar al esfuerzo nacional. Este modelo nacionalizador es el que le da base aterial a la democracia, ya que incluye ciudadanos con trabajo y derechos, que no tienen necesidad de vender su voto cada cinco años.
Frente a estos argumentos, simples y claros, no se han escuchado réplicas. El extremo quizás ha sido la desesperación de Juan Carlos Tafur que, también huérfano de argumentos, ha llamado "traidores a la patria" a los críticos del neoliberalismo. Más allá de su rectificación posterior es interesante cómo los adversarios tienen que recurrir a las descalificaciones más gruesas para defender su modelo. CADE ha sido así una contribución para rayar la cancha electoral sobre la base de los intereses de fondo y no solo del contraste entre una u otra sitaución mediática.
Publicado originalmente en La República.