Señales de optimismo
Varios hechos ocurridos en los últimos días no podrían hacer suponer que los vientos pueden cambiar en la política peruana. Al triunfo de la semana pasada en la provincia de La Convención, cuando el paro regional contra la exportadora del gas le arrancó al gobierno conesiones importantes, le han seguido la actitud corajuda de Carlos Roca de continuar en la brega como candidato a la alcaldía de Lima contra la voluntad de la cúpula aprista y el fallo del Jurado Electoral de Lima que saca de la contienda municipal a Alex Kouri por trafero. Esto nos estaría llevando a un nuevo escenario político en el que Susana Villarán parece despuntarse del grupo de los pitufos y convertirse en una competidora en serio de Lourdes Flores por el sillón municipal.
Todas son circunstancias prendidas con alfileres porque muy bien puede ser que el gobierno no haga nada de lo que prometió sobre el gas, que Carlos Roca sea finalmente sacado de contienda por voluntad de Palacio, que el Jurado Nacional de Elecciones reponga a Alex Kouri y que Susana Villarán no logre remontar finalmente en las encuestas. Sin embargo, con toda su precariedad, esta tendencia señalaría que existe alguna pulsión social que finalmente se expresa en la política en un sentido distinto a la ofensiva reaccionaria que hemos sufrido en el último tiempo.
"Las cartas no están echadas en este tiempo electoral."
Reitero que son hechos pequeños y todavía circunstanciales, pero también un síntoma de la respuesta de la memoria contra el olvido, y de la esperanza contra la frustración en este maltratado país. Porque es a eso a lo que juega la derecha, al olvido y a la frustración para volver a imponernos gobernantes fabricados por los grandes medios de comunicación. Si reparamos en la cadena de hechos hay algo que los une con claridad: la reacción contra la farsa permanente con la que se viene gobernando. Esa farsa que se ha convertido en moneda coriente y hace que la principal cualidad de nuestros políticos exitosos ea la de convertirse en caraduras.
Pero pongámonos en el peor de los escenarios y consideremos que mañana al despertarnos todo esto ya se haya revertido. Incluso si ello en el extremo sucede ¡qué importa! Algo bueno ya habrá ocurrido y nos dejará la convicción de que podemos hacer que algo similar o quizás de mayor alcance pueda volver a pasar. Por ello digo que las cartas no están echadas en este tiempo electoral y que este país cuenta con las mujeres y hombres para hacerlo distinto y en tiempo presente.
Publicado originalmente en La República.