La lucha ideológica contra Sendero Luminoso y sus negadores
Se ha debatido en las últimas semanas sobre la importancia de dar la lucha ideológica contra Sendero Luminoso a propósito del intento de este último por legalizar una organización de fachada y pedir la amnistía para los presos por terrorismo.
Frente al tema han surgido voces desde el oficialismo y otros voceros de la derecha en contra de tal lucha ideológica y, más todavía, acusando de cómplices con el terror a quienes la plantean. El argumento es que Sendero Luminoso se encuentra militar y políticamente derrotado y que cualquier lucha ideológica con el mismo es levantarlo y darle el estatus de interlocutor.
Lo que pone sobre la mesa esta reaparición, aunque sea episódica de Sendero, así como la reacción que ha causado, es la imperiosa necesidad de dar una lucha ideológica, pero en dos frentes. Nos referimos tanto a estos remanentes del terror que hoy se nos quieren presentar con piel de cordero, como a sus negadores reaccionarios que no quieren desaparecer a los primeros sino mantenerlos, en áreas por supuesto que no les estropeen la vida cotidiana como es el caso de San Marcos, para “administrarlos” de acuerdo a las necesidades políticas de la coyuntura.
Dar la lucha ideológica contra Sendero, así esté derrotado, es fundamental, porque ello nos permite prevenir el resurgimiento del mismo o de otras organizaciones similares en una etapa en la que nuestra democracia es todavía precaria por la aguda desigualdad social con la que debe convivir. Esta combinación perversa de aguda desigualdad y democracia es la que estimula propuestas totalitarias como el senderismo. Por ello, a la par que pugnamos por una profundización democrática, sería ingenuo no combatir ni denunciar a quienes quieren terminar con nuestras limitaciones aplicando un remedio que, como ya lo han demostrado nazismo y estalinismo, se ha probado fatal
La fachada senderista esboza, por lo demás, un argumento falso para sus reclamos de legalización. Dicen que como ciudadanos les corresponden todos los derechos inherentes, entre ellos el de organización política. A partir de la demanda de legalización es que reclaman la amnistía. Sin embargo, estos reclamos los hacen sin reconocer la matanza que provocaron y en miles de casos ejecutaron directamente, de aproximadamente 70,000 peruanos, entre 1980 y 1995. Tampoco dicen nada respecto de la organización que la ejecutó, Sendero Luminoso, que debería estar muerta y enterrada hasta por sus propios integrantes o ex integrantes. Esta falta de reconocimiento desbarata cualquier reclamo de legalización y/o amnistía, inviables además cuando lo que se han cometido son delitos atroces como el terrorismo agravado al que nos referimos. Todo esto se revela en el propio discurso senderista que, como ellos mismos señalan, hoy apuesta a la legalización porque no hay condiciones para la lucha armada.
La derecha por su parte, con sus conversos apristas de voceros, no quiere combatir ideológicamente a Sendero porque no les conviene extinguirlo. La evocación de Sendero Luminoso cada vez que hay una movilización social de envergadura, así como la referencia al mismo cuando de levantar la candidatura de la derecha mafiosa se trata, como es el caso de Keiko Fujimori, han probado, desafortunadamente, ser un buen negocio en el Perú. Asimismo, la ausencia de activistas de los partidos de derecha y el Apra, en lugares duros para el debate ideológico y la movilización política, como son las universidades nacionales y el magisterio, son una clara señal de que a esta gente no le interesa terminar con el senderismo.
Hay necesidad entonces de redoblar la lucha, también ideológica, contra el senderismo como propuesta totalitaria, así como contra aquellos que en nombre de la democracia quieren llevarnos a una nueva regresión, también autoritaria, aunque esta vez sea para continuar con la expropiación de nuestros derechos y el saqueo del Perú